Toallas para Supermanes

Por Pablo Ramos

No pocas veces, como adultos no somos sensibles a cómo los más pequeños perciben el mundo que les rodea, y no tomamos en cuenta las fuentes y las formas de las que se nutren, en su entorno más inmediato, sus vivencias. Y es, en este contexto próximo, donde se sitúan los medios de comunicación y los lenguajes audiovisuales.

Roberto Rossellini fue uno de quienes, desde la realización cinematográfica, formuló la necesidad de replantearse la relación instrucción-educación-cultura. Una de las implicaciones de esta reformulación será la elaboración de una «didáctica a través de la imagen»[1]. Lamentablemente, como ha subrayado la profesora brasileña Marilia Franco[2], el cine educativo fue el primo pobre y rechazado de la cinematografía, y muchas de las realizaciones cinematográficas o televisivas hechas con intenciones «educativas» se han visto condenadas al bostezo de los alumnos al no considerar, en su justa dimensión el elemento artístico, consustancial a toda obra audiovisual. El arte educa, recordaba Gramsci, en la medida que es arte. Y esta sencilla verdad no pocas veces ha sido ignorada, confundiese el carácter didáctico con un didactismo chato que no se aparta del verbalismo de una concepción pedagógica escolástica y de un modelo paternalista dela comunicación. Esta práctica ha dado como consecuencia la reiteración de esquemas retóricos que no logran ni activar intelectualmente ni, menos aún, conmover emocionalmente.

Los medios audiovisuales, ora potentes telescopios o microscopios, ora prodigiosas máquinas del tiempo, llegaban al aula desde la mirada adulta; mirada no siempre atenta al mundo de imágenes que, día a día, los escolares traen a sus pupitres.

Quizás por su condición de maestro, periodista, divulgador de nuevas ideas pedagógicas y escritor de obras literatura infantil, el italiano Gianni Rodari no subestimaba la capacidad de los niños y niñas de reaccionar creativamente ante lo visible. Para él “jamás podemos estar seguro de lo que un chico aprende mirando la televisión”.[3]

Sólo a manera de provocación al debate, me permito plantear al lector la siguiente interrogante: ¿Podrá la producción televisiva con intensiones educativas, enriquecerse de los considerados «programas inadecuados»?

Hace más de veinte años, en abril de 1989, la Universidad Industrialde Santander y la UNESCO organizaron, en Bogotá, un Seminario sobre Recepción activa; niños y medios de Comunicación Social. Aunque la tónica imperante fue la del paternalismo proteccionista ante la «malévola» influencia mediática, encontramos, entre los trabajos presentados, una aguda observación del psicólogo y profesor dela Universidad Javeriana, Germán Rey Beltrán que, con gusto, comparto con los lectores:

Mientras el Correcaminos trata de agotar la infinita paciencia del pobre Coyote, los Decepticons atacan con rayos pavorosos a los autobogos para arrebatarles el poder de Cibertonia. (…) Los Thundercats se enfrentan al reino de Muun-Ra y hombres biónicos al mando del Capitán Telescopio luchan contra el terrible Monstruon. (…) Por los corredores de las casas Supermanes con capas hechas de toalla intentan ser tan salvadores como el hombre de acero y al lado de una puerta puede estar oculto Tigro o la Mujer Araña. EsteCapitán Poder que aborrece la sopa de espinacas o aquella Mujer Maravilla que corre a jugar con sus muñecas, no son exactamente iguales a los personajes que suponen que imitan. Entre los seres de ficción y los propios comportamientos de los niños no hay el camino lineal que en muchas ocasiones se supone que existe, sino complejos procesos de apropiación, de reutilización, de nuevas significaciones de sentido[4].

Este autor sostiene que las relaciones entre los televidentes y la televisión no son, ni unilaterales ni manipuladoras, como se ha pensado desde  las teorías de la “omnipotencia” de los medios, ni que el receptor sea un ente absolutamente pasivo. En su criterio, debería existir una cuidadosa relación entre los contenidos y los tratamientos de la producción audiovisual dirigida a los niños y jóvenes que recree, que permita el acceso a la fantasía, que les genere condiciones para el desarrollo de un pensamiento abierto, que les invite a discernir sus propios conflictos existenciales y éticos.

La ceguera no es de Mister Magoo

Otro importante estudioso latinoamericano, el chileno Valerio Fuenzalida, nos conmina a comprender, desde nuevas formas, la atracción, agrado y utilidad que producen en los niños, lo que los adultos estigmatizan como géneros inadecuados, o programas inútiles, donde comúnmente se ubica a los dibujos animados[5].

Desde su punto de vista, la relación de entretención y utilidad que ocurre entre el niño y este tipo de programación puede entenderse:

  1. Si se supone un campo de «necesidades formativas» no totalmente satisfechas en el hogar ni enla escuela. Sonnecesidades menos instrumentales y funcionales a competencias «objetivas», esto es, no relacionadas con determinados hábitos o destrezas (intelectuales o manuales),  si no  a niveles más profundos –tal vez  semi o inconscientes–, relacionadas con la formación básica de la personalidad y su capacidad subjetiva de crecimiento en la vida, y que les permite al niño superar temores primarios y miedos ante un ambiente adulto exigente y, a menudo, adverso y frustrante.
  2. Si entendemos, además, que el lenguaje lúdico-afectivo que caracteriza a la programación televisiva –y, en nuestro caso, a los dibujos animados–, proporciona al niño una utilidad más afectiva que racional-conceptual: es un lenguaje re-creativo en un doble sentido: como entretención y como regeneración.

Esta comprensión abre un amplio campo de experimentación de espacios con formas lúdicas cuyos esquemas no se corresponden con los patrones escolares ni con necesidades definidas desde la «objetividad» del adulto. Este entendimiento se relaciona con la reinterpretación hecha por Bruno Bettelheim de los cuentos de hadas[6] y las valoraciones de otros psicoanalistas (I. Rydian, I. Schyller, Paul Mc Ghee) sobre el papel que el humor y ciertos procesos de identificación-proyección desempeña en el equilibrio  afectivo del niño.

Esta opinión es también coincidente con los  planteos del ya citado Germán Rey que, sin adherirse a una hipótesis «catártica», sostiene que los procesos de elaboración que los espectadores infantiles hacen de  estos programas pueden colaborar decisivamente en el enfrentamiento o elaboración de conflictos existenciales decisivos[7].

Entre los esquemas generativos «subversivos» a que Fuenzalida hace mención particular encontramos:

El esquema débil – fuerte: Esta propuesta generativa de conflictos es básica y se encuentra presente en la mayoría de los dibujos animados: Tom y Jerry, Silvestre y Piolín, Lulú frente al «Club» de Chicos y Tobi frente a los Chicos Malos, el Coyete y el Correcaminos… Así, Fuenzalida, al analizar el atractivo de la situación dramática ratón vs. gato, estima que la misma alude a procesos primarios que expresa los temores y deseos profundos en un lenguaje simbólico, donde el gato simbolizaría al adulto, con su monopolio de poder, mientras que el ratón representaría al niño, rápido, juguetón e ingenioso.

Este esquema explicaría el éxito de las series Caballeros del Zodíaco, Capitán Futuro, Superman, Batman, y toda la inmensa gama de héroes de este y otros mundos.

El esquema adulto torpe: Este es otro de los esquemas dramáticos o generativos que, para Fuenzalida, explica la simpatía por personajes como Mister Magoo, el Inspector Gagdet y otras réplicas similares que tienen, puntos de afinidad con los Laurel y Hardy, Hermanos Marx, Tres Chiflados, Jerry Lewis, que han poblado las añejas comedias cinematográficas. El niño se divierte con esta representación y, al mismo tiempo, satisface una necesidad emocional de neutralizar el temor a fallar, ya que vive en una cultura que le exige adquirir destrezas en el hogar y en la escuela, en un proceso largo, plagado de ensayos, errores y fracasos. La adquisición de una destreza se convierte en fuente de gozo y recompensa; entonces sería causa de alivio y mucha diversión ver a adultos incompetentes que no logran realizar lo que los niños intentan o ya han logrado dominar, contribuyendo a reafirmarlos en sus capacidades de logro y a atenuar sus sentimientos de frustración.

Es, a partir de una concepción amplia de los mecanismos de atracción que dibujos animados, filmes y programas televisivos considerados «inapropiados» tienen sobre el espectador infantil –y sobre el espectador en general– lo que nos evitaría recurrir a la antigua y poco convincente hipótesis de la «hipnosis». Y Fuenzalida es concluyente: la contribución lúdico-formativa de la TV puede ser apreciada de modo mucho más amplio y habría que proponer acciones encaminadas a estimular la creatividad de los realizadores para producir programas atractivos y útiles a los niños. [8]

Para Hayao Miyazaki, afamado cineasta japonés de dibujos animados, entre cuyos trabajos se incluyen clásicos  Spirited Away (2002), que batió record de taquilla en Japón, «hacer películas para niños… significa presentar la esencia de un mundo complicado. (…) Los niños entienden la complejidad y la incertidumbre de las cosas casi como son. No se les debería menospreciar.»[9]


[1] Roberto Rossellini: Un espíritu libre no debe aparecer como esclavo, Barcelona, Gustavo Gili, 1977, 74.

[2] Marilia Franco: “Cinema educativo e chato”, en Video Escola, no. 0, Rio de Janeiro, 1991, 23.

[3] Gianni Rodari: Gramática de la Fantasía, Barcelona, Planeta, 2004, 20.

[4] Germán Rey Beltrán: «“El gigante y la bella dama del tamaño de un dedal”. La comprensión televisiva», en: AAVV: Seminario: Recepción activa: Los niños y los medios de Comunicación Social, Instituto Colombiano para el Fomento dela Educación Superior (ICFES), Bogotá, 1990, 45

[5] Valerio Fuenzalida: «La producción de una TV. infantil de calidad», en: Pablo Ramos (comp.) El niño y la imagen (2), La Habana, Red “El Universo Audiovisual del Niño Latinoamericano”, 1996, 55-68.

[6] Bruno Bettelheim: Psicoanálisis de los cuentos de hadas, Barcelona, Grijalbo, 1985.

[7] Germán Rey Beltrán:Op. Cit.: 55

[8] Valerio Fuenzalida: Op. Cit., 66.

[9] (Reuters): «Director japonés Miyazaki no teme a tramas complejas en filmes infantiles», (CNNenEspañol.com – Septiembre 19, 2002. Actualizado: 4:32 PM hora de Nueva York (2032 GMT)

Deja un comentario